Según el último informe La Sociedad en Red elaborado por el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la sociedad de la información, el 53,7% de la población española a partir de 15 años tiene smartphones; una cifra que crece ostensiblemente si hablamos de teléfonos móviles tradicionales, llegando a 34,3 millones de personas con un móvil activo en España.

La penetración de la telefonía móvil en los hogares en España, con un 96%, supera a la de otras tecnologías, como telefonía fija (83%), Internet (70%) y televisión de pago (21%). En el caso del segmento tablet, el 28,5% de los usuarios en España ya cuentan con uno de estos dispositivos.

Estas cifras, en su conjunto, demuestran el potencial de un mercado que, a pesar de su magnitud, todavía se encuentra en una frase temprana de explotación por parte de las empresas, lo cual supone una oportunidad tremenda a la hora de llegar al consumidor y diferenciarse del resto.

El marketing móvil debe ser uno de los pilares fundamentales a la hora de desarrollar una estrategia digital efectiva; y debe ir más allá de desarrollar una página web responsive que se adapte automáticamente a los distintos dispositivos.

El mobile marketing debe ofrecer propuestas que satisfagan las demandas de los usuarios y que aporten un valor añadido. ¿Tiene sentido que nuestro negocio cuente con una aplicación propia? Cada marca es un mundo, pero la pregunta que hay que hacerse a día de hoy es: ¿qué tipo de app quiero para mi empresa?

Se estima que cerca de un 23% de las pymes y grandes empresas siguen optando por el comercio electrónico, y, en ese sentido, las características de los dispositivos móviles pueden jugar a su favor para ofrecer, por ejemplo, ofertas personalizadas y geolocalizadas que permitan, de paso, obtener feedback del proceso de forma automática con cada compra.

Es un hecho que el mercado de las aplicaciones es y será una inyección para el tejido económico e industrial de la Unión Europea. En 2014, la aportación de la llamada Economía Global de las Aplicaciones aportará 12.400 millones de euros a las arcas de la UE; y aún sabiendo eso, sorprende que aún haya un 47% de empresas españolas rezagadas e impasibles a esta realidad.

Está en las manos de cada compañía decidir si coger este tren o dejarlo pasar.