Dos son los términos estrellas desde el punto de vista tecnológico en este 2015: wearables e Internet de las cosas. Estrechamente relacionados, tanto el CES 2015 de Las Vegas como el recientemente clausurado Mobile World Congress en Barcelona han dejado claro que el futuro a medio y largo plazo pasa por que el usuario esté conectado en todo momento con su entorno.

El Internet de las cosas no es más que la conceptualización de la transformación digital que está viviendo nuestra sociedad, y que lleva a imaginar con un futuro no muy lejano en el que cualquier objeto del entorno (e incluso prendas de ropa que llevemos puestas) esté conectado a la red 24/7.

La firma tecnológica Qualcomm se atrevió a imaginar cómo sería ese hogar 2.0 en el que mediante cualquier dispositivo móvil (ya sea smartphone, tablet o wearable) sea posible controlar cada rincón y electrodoméstico de nuestra casa: consumo de agua, cúando poner la secadora, alarma si nos hemos dejado una puerta mal cerrada, regular la temperatura...

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Un paso más allá en la domótica que también muestra sus posibilidades en el sector de la salud, en infraestructuras urbanas y, cómo no, en los negocios, ya que ¿cómo relacionarse con un consumidor que está conectado constantemente?

Desde luego, el Internet de las cosas crea un nuevo perfil de usuario que, por suerte, facilita a las marcas más detalles sobre sus gustos y preferencias de consumo que, eso sí, deben ser analizados convenientemente para sacarles el máximo partido sin poner en riesgo su privacidad.

Este big data facilita la segmentación avanzada del mercado a nivel individual; o microtargeting. Así, las compañías pueden monitorizar e identificar las tendencias de uso de los consumidores y usarlas a su favor, lo que implica una redefinición de las estrategias.

Estrategias que encontrarán en los dispositivos móviles sus principales canales de actuación y una vía directa para llegar al usuario en cualquier momento, en cualquier lugar.