Vivimos en unos tiempos en los que el precio de casi todo es lo único que parece importar. Lo primero en lo que nos fijamos es el precio, si el precio nos parece correcto, entonces es bueno, sin importarnos la calidad. Parece que la calidad es algo de mínimos, es secundario, pero, ¿cuántas veces hemos dicho eso de que al final “lo barato sale caro?”



En el mundo de las aplicaciones móviles pasa lo mismo, ¿qué cuesta abordar un proyecto mobile basado en desarrollo nativo? Si lo hacemos para las dos plataformas actuales con mayor penetración, Android y iOs, estamos hablando de dos desarrollos diferentes.

Dice un refrán anglosajón “if you pay peanuts, you get monkeys”. Reconozco que soy una persona hormiguita, que no me gusta derrochar dinero, al revés, creo que cada euro invertido en una compañía ha de ser justificado. Pero ni desde el punto de vista ético ni práctico, las grandes compañías pueden elegir el cortoplacismo en los servicios que dan soporte a la evolución de sus sistemas y tecnologías, y eso por no hablar de su imagen y reputación.

Esta frase de Sir James Goldsmith debería ser grabada a fuego en la mente de directivos y empresarios. Y es que parece existir la idea de que, pagando menos, podemos obtener incluso mejores resultados. ¿Es realmente viable este modelo?

En los años que llevo al frente de iPhonedroid, desarrollando cientos de proyectos de movilidad e infinidad de aplicaciones, me he encontrado muchas veces con esta situación. Hay clientes que creen que las aplicaciones se hacen como si fueran churros, que disponemos del botón mágico que genera su app en cuestión de minutos, que podemos reaprovechar aquello que ya hicimos para otro cliente con el único esfuerzo de cambiarle el look & feel o incluso los hay que vienen con una gran idea perfectamente definida y que se resume en "quiero una app como Instagram pero con filtros más chulos".

Es cierto que en ocasiones una inexistente estrategia mobile donde buscamos una funcionalidad muy reducida para nuestra app y partimos de un presupuesto limitado pueden hacer que la mejor opción para llevar a cabo nuestro proyecto sea pensar en una webapp o en alguno de los muchos framework que existen. Pero en el momento en el que queremos prestarle algo más de atención y de importancia a nuestra app, y por consiguiente existe una mínima estrategia, las soluciones a buscar ya son otras. En este caso el proyecto suele iniciarse en algunas ocasiones con unas sesiones previas de definición, basadas en workshops de diseño de servicios y de UX. Estas sesiones permiten afrontar una fase de consultoría y conceptualización, pasando por User Experience y usabilidad, diseño y finalmente desarrollo.

La mayoría de las veces es un tema de desconocimiento. Las empresas no tienen por qué saber lo que conlleva afrontar un proyecto mobile, el minucioso trabajo que hay por detrás, pero esa es otra de nuestras tareas, explicar el tiempo y dedicación que implica y sobre todo la calidad del producto final que van a obtener.

Por eso, si pagas con cacahuetes tendrás monos, como dice la frase, pero si lo que quieres es una aplicación móvil nativa, que ofrezca una experiencia única, navegabilidad, con un diseño atractivo, que pueda trabajar sin conexión de datos, que pueda ser ejecutada en cualquier dispositivo de una manera fluida o que esté disponible en los markets de Google Play y en Apple Store, entonces estamos hablando de otro tema. Y creo que más de 600 proyectos desarrollados hasta ahora es nuestra mejor carta de presentación.